Llevamos ya casi tres semanas viviendo en nuestra nueva casa, lejos del bullicio de Gran Avenida y del smog.
Ahora la Marti tiene un patio en donde persigue mariposas y corta flores silvestres. Acá puede correr, explorar y seguir alimentando de experiencias su infancia -que ya va por los 2 años y casi 3 meses-, descubriendo nuevas cosas cada día, mostrándonos a la Pame y a mi que su capacidad de asombro sigue intacta a diferencia de uno que, en más de una ocasión, la ha dejado en casa.
Nuestra hija crece y crece. Cada día está más hermosa y más inteligente. Diariamente nos da nuevas alegrías y satisfacciones, aunque también algunos sustos, pues más de algún porrazo se ha mandado, pero son gajes del oficio y los arañazos de hoy son las huellas de lo que va aprendiendo en esta nueva vida que hemos comenzado (ninguna cicatriz permanente en todo caso...)
Al principio, le costó acostumbrarse tras la mudanza, pero a medida que la casa se fue organizando, ella lo asimiló muy rápidamente.
De hecho, ya tiene sus rincones donde juega y en un futuro cercano tendrá el perro que le prometí.
Esta nueva etapa promete estar llena de nuevas cosas para nosotros, ahora mi hija ya es una ñiña pequeña y no una bebé, más autosuficiente y más confiada en sí misma.
Una de las cosas que más me ha emocionado es escucharla decir que es feliz... y eso ya recompensa gran parte de los esfuerzos que hacemos por ella.
Como siempre, a lo que vienen, las fotos:
Acá está atacada de risa mientras ambos progenitores tratan que pose para una foto.
Observando bichitos en su patio.
Observando bichitos en su patio.