Saturday, February 03, 2007

Vacaciones...

Aprovechando mis últimos días de vacaciones -razón por la cual también le di un descanso al blog-, me encargo de ponerlos al día acerca de la vida de mi pequeña hija. Han sido varias las cosas que ha vivido, asi que decidí separarlas en capítulos.

Martina Goldwin Meyer presenta: "La trilogía veraniega"

Episodio I: El Calor Fantasma

Una de las cosas que más le han incomodado a la Martina han sido las altas temperaturas que experimentamos en Santiago. Aunque, estoicamente, ha sobrellevado el calor con una buena cuota de sudor:

Acá está tratando de dormir un ratito a ver si refresca la tarde...

Pero no todo ha sido dormir, también ha ido comprendiendo que cuando el papá empieza a hacer el loco delante de ella es por alguna razón, por lo que ahora se ha vuelto una modelo mucho más cooperadora:

Martina en pose de "¿me vas a tomar una foto?"

Calor más, calor menos, mi niña se ha preocupado de mantenerse ejercitada, por lo que ha comenzado a girarse en la cama, para preocupación de la Pame quien la llena de almohadas y cojines para que no se vaya a caer:

Martina haciendo flexiones... aunque en realidad, todavía no se puede el cuerpo -pero que le hace empeño, le hace-.

También ha mejorado su vida social. Ya tiene un amiguito: el Pablo, con quien se llevan por 30 días solamente. A diferencia de la vez anterior (la cual algún lector asiduo recordará no fue muy productiva, pues no se pescaron mucho), esta vez si hubo más contacto entre ellos y la Marti asumió un poco más que existen otros bebés aparte de ella y su imagen en el espejo. Esto porque, no tiene mucho contacto con niños de su edad.

Aquí, la foto oficial de la cumbre Pablo-Martina.


Episodio II: El Ataque de los Zancudos.

Para capear el calor, fuimos con la Martina a la playa por el fin de semana. Para empezar, era su primer viaje largo en auto (la travesía a Tongoy no cuenta porque aún estaba en su casa estudio), y se portó muy bien -de hecho, se lo durmió todo-.

Llegando a El Quisco, desconoció un poco la casa de los abuelitos, pero ya luego se fue aclimatando:

A la Pame le preocupaba mucho el tema de los zancudos, así que ideé una especie de mosquitero -el tul rosado que se ve en la foto-, por si las moscas... -o mejor dicho, los zancudos-. Además, fue la primera vez que la Martina pernoctaba en otro lugar que no fuera su cuna (obviando la clínica). Sin embargo, se portó bastante bien.

También se dedicó a explorar. Acá está conociendo las hortensias gigantes que se dan en la costa -y pegándoles su tironeada... que la niña tiene que tocar también-.

Acá la tenemos en una salida a terreno, en donde estuvo paseando entre la naturaleza.

Obviamente, lo que no podía faltar en un viaje a la playa... es ir a la playa. Asi que partimos con ella para que conociera el mar (uno de los motivos del viaje, además de visitar a los abuelos).

La primera reacción que tuvo Martina al ver el agua fue como de incertidumbre, pero luego se relajó con el ruido de las olas y no se perdía detalle. Lo miraba todo y todo le llamaba la atención.

Por el tema del sol y todo eso, la llevamos con sombrilla y bien vestida, aunque igual se bronceó un poquito. Así y todo pudo estar su cuarto de hora frente al mar.

Mi ninnia posando con el mar de fondo y su sombrerito a lo Robinson Crusoe...


Episodio III: La Venganza de las Verduras.

Al ya haber cumplido 5 meses y medio, se le juntaron algunos compromisos médicos, como su vacuna contra el rotavirus y el control con su pediatra.

En la vacuna no hubo problemas pues son gotitas, pero con el doctor se puso media quisquillosa. Ahora lloró durante todo el examen, como dando a entender que no le gusta que la revisen tanto.

En todo caso, el Doc nos dijo que era normal que los niños lloren durante la visita al médico. Pero por lo menos está muy bien. Está pesando 7,05 Kg y mide 64 cms y todo anda ok.

Aqui la ven... sanita, sanita.

Además, nos dieron el vamos para que comience a consumir comida (verduras, carne) en papillas extra molidas. Por lo que hoy comenzó con su primer almuerzo. No comió mucho, pues tiene que acostumbrarse a otros sabores (aparte que... seamos honestos, la comida de guagua no es lo más sabroso que hay). Lo que si se comió con ganas, fue su postre de fruta, el cual le encanta.

Acá la tenemos en plena faena degustativa...

Para terminar, un video con la Marti almorzando. Notarán que por fin aprendí a incluirlo en el blog y es que algo me cruje todavía...



Eso sería por ahora.

Un abrazo