La Marti se ha vuelto adicta a los cuentos, por lo que me ha hecho recurrir a toda la memoria que tenía disponible para traer a colación los relatos infantiles que he escuchado durante mi vida y también me he visto creando historias nuevas para ella.
Es sorprendente la gran imaginación que ella tiene y cómo se llega a involucrar en las historias que le narro -algunas veces con más empeño que otras, debo reconocer-. Eso si, ha pasado por varios períodos. A saber, primero me pedía cuentos en los que un patito fuera el protagonista y era imperdonable no iniciar el relato con: "Había una vez, un patito..." Luego pasó a los clásicos y le gustó la Bella Durmiente, el Zapatero y los Duendes, El Gato con Botas, El Gigante Egoísta, La Liebre y la Tortuga, La Liebre y el León, Ricitos de Oro y otros. Lo único que agota un poco es que le da con uno y no hay caso que cambie de parecer, por lo que hay que contarlo una y otra vez...
Por ahora estoy adaptando canciones y convirtiéndolas en cuentos. Indiscutiblemente el que la lleva es El Soldado Trifaldón, aunque El Tonto Perico no se queda atrás...
Todo esto me hace pensar, en que la vida a uno lo va preparando de cierta manera para lo que viene. Hace muchos años ya, me dediqué a contar cuentos en Valparaíso, pero nunca me imaginé que tras esas presentaciones en público, proseguiría el oficio aprendido sentado al lado de su pequeña cama. Sin un vaso de vino a la mano, pero con más satisfacciones que en ese entonces.
El Complemento Visual de rigor:

Como pueden ver, logro captar toda su atención...

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